MÉRIDA, Yuc.- En Chichén Itzá hay dos cenotes que ya son conocidos por algunos visitantes como es el denominado Xtoloc y el conocido por la mayoría como el Cenote Sagrado.
Estos cuerpos de agua son abiertos, por lo que el agua en su interior se ve afectada por los cambios de estación y tienden a desarrollar algas, que alteran su visibilidad en mayor o menor grado, pareciendo un lago estancado.
Cenote Sagrado. (Foto: INAH)
Sin embargo, hay otro cenote que está cerrado al público, llamado Holtún (Hueco en la piedra), que permanece en un lugar incógnito en previsión de eventuales saqueos, y representa actualmente una valiosa veta para conocer mejor la cultura maya.
El agua de Holtún tiene una gran claridad durante casi todo el año y es gracias a esta extraordinaria visibilidad que los espeleobuzos han podido entender mejor la formación de los contextos mayas.
Vestigios prehispánicos hallados en el cenote Holtún. (Novedades Yucatán)
El arqueólogo subacuático Guillermo de Anda, señaló para Arqueología Mexicana, que el acceso del cenote Holtún que se percibe desde la superficie no hace justicia a las características morfológicas de la magnífica caverna.
Guillermo de Anda y Guillermo Pruneda descendiendo al cenote de Holtún. (Foto: James Balog)
Indicó que el agua se encuentra a 21 metros por debajo de la superficie y el descenso comienza por una entrada rectangular que da acceso a un bello techo con grandes estalactitas.
Se trata de un cenote profundo, ya que la zona de agua más somera se encuentra justo al centro, a una profundidad de 25 metros, que se incrementa, en un efecto de campana, hasta alcanzar un poco más de 40 metros en las zonas de mayor profundidad.
Cenote Holtún rodeado de arquitectura
Guillermo de Anda indicó que algunos de los materiales en el fondo son considerablemente grandes y hablan del hecho de que Holtún estaba rodeado de arquitectura importante.
Explicó que en el fondo yace una escultura de lo que llamamos el hombre-jaguar, en forma de portaestandarte, que debe haber adornado la entrada de algún edificio en su época de gloria.
La escultura fue, probablemente, decapitada ceremonialmente antes de ser arrojada al agua.
El cenote de Holtún. Infograma de Juan Velasco, ilustración de Hernán Cañellas. Fuentes Guillermo de Anda y Arturo Montero.
De la misma manera, los investigadores documentan la escultura de un atlante muy similar a los de los templos de los Guerreros y las Grandes Mesas, que sugiere que alguno de los edificios pudo haber tenido incluso un trono.
Muchas vasijas de cerámica intacta y algunas rotas indican las innumerables ofrendas que se hacían a los dioses en Holtún.
Puede observarse también material óseo, tanto de niños como de adultos, que deja claro que el depósito de seres humanos no estuvo limitado al Cenote Sagrado.
Con información de Arqueología Mexicana
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