Con cada segundo que marca el reloj nos acercamos a nuestra única y más trágica certeza: la muerte. Es una realidad que no podemos cambiar, y lo mejor que podemos hacer al respecto es aprovechar nuestra breve estancia. Somos un cúmulo de momentos y cambios que suceden extremadamente rápido. Basta con imaginar cómo eran las cosas hace apenas diez años.
Los teléfonos inteligentes eran poco accesibles para la gran mayoría. Y mejor ni hablar del Internet móvil, que era una auténtica basura. Si en tan poco tiempo cambiaron tanto las cosas, sólo imagina lo que sucede entre las décadas. Cosas y situaciones que considerábamos comunes, hoy son vistas como extrañas.
Aquellos objetos tecnológicos de la década de 1980 y 1990 que todos anhelábamos poseer, se convirtieron en piezas de museo prácticamente desconocidas para los adolescentes. La innovadora tecnología de ese entonces quedó obsoleta, la ropa de moda desapareció e incluso el estilo de hacer cine quedó en el olvido.
La siguiente lista de siete puntos retrata a la perfección lo que estamos hablando. Échales un vistazo a algunas cosas comunes en las décadas de 1980 y 1990, que hoy se consideran extrañas.
1 – Las caricaturas los fines de semana.
Un servicio de streaming era algo futurístico en esas épocas. Y el entretenimiento dependía completamente de la programación en televisión. Así que debíamos ser muy puntuales para no perdernos un solo programa o capítulo. De otra forma, la trama de nuestras caricaturas preferidas quedaba con un vacío enorme.
Visualizar o descargar todo ese contenido de Internet, como se hace en la actualidad, era imposible.
2 – Nada de Google.
En décadas pasadas, además de que Google no era de fácil acceso tampoco era el oráculo en que se ha convertido hoy. Todos los debates o discusiones tenían lugar sin la existencia de una fuente confiable. En aquellos tiempos era común observar grupos de amigos sumergidos en un debate y defendiendo sus puntos de vista.
3 – Una muestra de amor.
Mientras los radioescuchas disfrutaban de la programación diaria, era común que el locutor permitiera unas cuantas llamadas del público. La mayoría aprovechaba para dedicar una canción a la persona amada. No importaba si estaban casados, eran novios o simplemente se cortejaban, era una forma de decir «te amo».
4 – La paciencia.
Sin reproductores de MP3, YouTube, Spotify o incluso Internet había que cazar canciones junto a una radiograbadora. Muchas veces, aprovechamos la oportunidad de llamar a la estación para solicitar que tocaran esas canciones en específico. Aunque hoy parezca algo tedioso, en aquella época era una experiencia increíble.
5 – Los paseos que nunca volverán.
Más allá de la posibilidad de divertirte con una película, ir a uno de estos lugares implicaba pasar más tiempo en familia. Lo único malo de esas épocas era el tiempo que transcurría hasta que la película estaba disponible. Una vez que salía de cartelera, podían pasar meses hasta que el videoclub local la ofrecía en renta.
6 – La memoria.
Si no querías andar con una agenda para todos lados, era indispensable memorizar una buena cantidad de números telefónicos. Algo positivo es que los números fijos y locales tenían menos numeración que la marcación actual.
7 – La vergüenza.
Casi era una ley. Para hablar con un amigo, primero había que pasar por sus padres, pues generalmente los adultos contestaban el teléfono. Y no puedes imaginar lo vergonzoso que era pedir a un adulto que te pasara a un amigo o le entregara un recado.
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